El señor cartero no me quiere

Ayer vino un cartero malo y me devolvió el espejo con venecitas que le mandé a Mechi hecho mil pedazos. Venía con una nota del correo que pedía perdón. Pero ya estaba roto. Muy roto.
Y me puse a llorar. Por el espejo, por Mechi, por el regalo que no fue. Después lloré por mí, que nunca tengo suerte con los carteros. Lloré por un swap que me mandaron de Colombia y nunca llegó. Lloré porque jamás me contestaron la carta que mandé al programa Niños del Mundo cuando era chica.
Y seguí llorando. Porque estoy gorda, porque como mucho, porque no terminé nunca la licenciatura. Lloré por que mi casa necesita pintura, porque mi niña rompe los libros, porque nunca le hice los almohadones la sillón.Lloré por las dos copas que rompí el otro día, por lo fea que están mis plantas, porque nunca me compré las botas y la camisa de jean que hace mucho que quiero.
Y lloré un montón, por mi papá que se murió, por mi papá cuando estaba vivo, por el cariño de todos en estos momentos tan tristes. Lloré por mi mamá y por mis hermanos. Y porque mis hijos no tienen abuelo.
Lloré despacito para que mis niños no me oyeran. Lloré mientras Juan Pedro me acariciaba.  
Y ahora me siento limpia.