La sesión

Vengo de la psicóloga. Descubrí algo: ser gorda no me ha impedido ser feliz.
Soy gorda porque es lo que mi mamá me ha dicho que soy toda lo vida. También me ha dicho que soy inteligente, creativa, buena persona, honesta, solidaria, responsable, con un enorme sentido del humor. También me ha dicho que soy linda. PERO (y he aquí el problema) soy gorda. Y para ella ser gorda o ser flaca es una obsesión, todo el resto de las cosas de su vida se ven opacadas por el hecho de que es gorda (o no tan flaca como quisiera). Ella padece de una insatisfacción crónica que no le permite disfrutar de lo que tiene en el aquí y el ahora  y esa sensación la ha proyectado en mí.
Y yo ya soy grande y hago terapia y descubro que ser gorda no es TAN fundamental, que siempre he logrado lo que he querido, que tengo la familia que siempre soñé, la carrera universitaria que siempre soñé, los amigos que siempre soñé. De hecho son mejores de lo que siempre soñé. Y tengo todo eso a pesar de ser gorda.
Entonces veo la luz: puedo seguir siendo feliz a pesar de los 25 kilos de más, puedo seguir siendo feliz a pesar de que mi mamá me diga que soy gorda. Porque además no soy tan gorda, me gusta lo que veo en el espejo cuando le pongo onda y me arreglo.
No quiero más sentir que no merezco cosas porque soy gorda. Voy a empezar a escuchar todo lo otro bueno que mi mamá dice de mí. Y a decirle a ella todo lo bueno que ella tiene y ha logrado en su vida.
Y voy a seguir con la dieta, con el plan, pero por mí, no por mi mamá, porque yo quiero estar mejor y porque yo quiero ser una madre saludable para mis hijos.
Y ahí me pongo a llorar y me voy a seguir llorando hasta que sea necesario...