jueves, 20 de diciembre de 2012

Al final me dijeron que sí

Que sí me voy a dedicar a escribir, investigar y escribir. Y publicar (crucemos los dedos).
Como decirles que no quepo en mí de la felicidad (y mirá que acá hay mucho espacio para mucha felicidad). Nilda tenía razón, este será nuestro año.
Les dejo un textito pequeño que escribí (no se preocupen, no voy a postear todo lo que escriba), pero esto lo quería compartir.

Bandera del Ejército de Los Andes: El Nacimiento

Si bien la necesidad de que el Ejército de Los Andes tuviese una bandera que lo identificara en el campo de batalla existía desde mucho antes, no fue hasta la segunda mitad de 1816, después de la Declaración de la Independencia en Tucumán, que el General Don José de San Martín dio las órdenes pertinentes para que comenzara la confección de la bandera.
Según las fuentes históricas, a mediados de septiembre de ese año, con motivo de una reunión social en la casa Corvalán Sotomayor, ilustre casa mendocina por aquellos tiempos, el General manifestó su idea de confeccionar la Bandera de Los Andes. Inmediatamente las mujeres presentes allí ofrecieron sus habilidades para realizar la tarea y se organizaron en una comisión cuya líder parece haber sido la chilena Dolores Prats de Huisi quien se encontraba hospedada en la casa de Laureana Ferrari.
Pocos días después de ese encuentro, en la casa de Margarita Corvalán se reunieron las que luego la historia recordará como las patricias mendocinas: Dolores Prats de Huisi, Remedios de Escalada, Manuela Corvalán, Narcisa Santander, Mercedes Álvarez, la pequeña Laureana Ferrari y la misma dueña de casa. Allí se juntó el dinero para comprar la tela y se juntaron también los demás materiales para la confección y el bordado.
Conseguir la tela no fue fácil, nada encontraron en las pocas tiendas de la calle mayor. Sin embargo, las decididas mujeres no se dieron por vencidas: Dolores y Laureana cabalgaron hasta la localidad de San Vicente, actual Godoy Cruz, y en el lugar conocido como el Cariño Botado un tendero las invitó a pasar a su humilde negocio, donde encontraron las varas de sarga blanca y azul turquí necesarias para realizar el trabajo.
Una vez que San Martín aprobó la compra las patricias comenzaron la labor pero, al enfrentarse al problema de no tener bastidores suficientemente grandes, solicitaron la ayuda de las expertas monjas del Monasterio de la Buena Enseñanza, hoy Colegio Compañía de María. Las religiosas aceptaron dirigir la tarea y brindar toda su colaboración y, a fines de septiembre, la Madre Priora del convento, R. M. María de las Nieves Godoy, con la ayuda de la R. M. María del Carmen del Niño Dios y Correas y de la R. M. Andrea de los Dolores Espínola, presentaron el proyecto del diseño de la enseña y se dispusieron prestas a la tarea. En una labora conjunta, las mendocinas patricias donaron sus joyas y secundaron a las religiosas en el bordado y confección de la bandera.
Según la carta escrita por el desconocido Gregorio Puebla al entonces Gobernador Cnel. Don José Videla Castillo el 7 de octubre de 1830, “La bandera se empezó a confeccionar en los últimos días del mes de septiembre de 1816 y se terminó a fines de diciembre del año. Se emplearon tres meses en esta obra y se realizó en el Monasterio de la Buena Enseñanza”.
Así vemos como, en coincidencia con las épocas navideñas de 1816, el General Don José de San Martín presenció el nacimiento de la bandera que guiaría a su ejército en la lucha por la libertad de los americanos, esta bandera nacida de las manos de mujeres mendocinas.


Fuente: Castro, Ana; Luquez, Elizabeth; Bucolo, Elvira y Fontana, Esteban. BANDERA DEL EJÉRCITO DE LOS ANDES.


Litografías en las que se observa a Remedios de Escalada y las patricias mendocinas confeccionando la bandera
y a San Martín e la bendición.
Gente linda, espero que les guste.
Buen jueves.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Ssssshhhhh...

Les cuentos, pero no le cuenten a nadie. Tengo una noticia que hace tres días que no me deja dormir. Parece que me dan una nueva tarea, la que debo desarrollar con exclusividad, en mi nuevo trabajo. Parece que me voy a dedicar a escribir. Solo a escribir.
Es decir, me van a pagar por escribir.
Parece.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Acá trabajo yo

Estas son algunas fotos de mi nuevo lugar de trabajo:








La verdad es que estoy muy contenta.
Besos a todas y buen viernes!

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Inadaptada

Mi hija Catalina no se adaptó al jardín. ¿Lo pueden creer? No se adaptó.
Durante el mes de octubre, y después de una larga y trabajosa búsqueda, inscribí  a la niña en un jardín hermoso, Aurorita, la vaca. Tuve tres entrevistas, llené varios  formularios, llevé un montón de documentación fotocopiada, un certificado de vacunación, un certificado del pediatra, una caja forrada primorosamente llena de pañales, ropa, toallitas húmedas, etcétera; le compré a la niña el uniforme, una mochila, una mamadera especialmente destinada al jardín, pagué UNA FORTUNA en conceptos de inscripción, cuota de octubre y materiales. Y no se adaptó.
Empezamos yendo una hora diaria en la que yo me quedaba con ella, conocí a los otros niños y a otra madre que también estaba adaptándose. Pasé MUCHO tiempo con la seño Cele*. Pinté con mis dos manitos, jugué en el patio, me llené de tierra la ropita cada día, hice miles de torres con tapitas, bloquecitos, cubitos de madera, galletitas, comí cerealitos y tomé juguitos en cajitas. Odié los diminutivos y a la seño Cele**.
Durante la segunda semana, la llevé dos horas e hicimos la misma rutina, el doble del tiempo. Sólo un día la dejé cuarenta minutos sola para ir  dar una clase y al ratito me llamaron para decirme que fuera porque la niña no paraba de llorar. Ese día lloró tres horas seguidas, empezó tipo cuatro de la tarde en el jardín y no paró hasta las siete, cuando ya hacía más de dos horas que estábamos en casa.
La tercera semana, se enfermó. La seño Cele me dijo que era muy frecuente en los chicos que recién empiezan. La llevé al pediatra y me dijo que "Y sí... si la lleva al jardín, seguro que se enferma". No era esa la clase de apoyo que necesitábamos.
La cuarta semana,empezaba a llorar cuando doblábamos la esquina del jardín. No quería entrar y, una vez adentro, no se quedaba tranquila hasta que yo me acomodara a su lado. Me traía una sillita y me decía "sentate, sentate mamá", y se entonces sí, se ponía a jugar con los nenes y a hacer lo que la seño le decía. Un día me fui al baño y casi pierde el conocimiento.
En quinta semana pasó algo fundamental: tenía que pagar la cuota de noviembre. Inmediatamente decidí que no la iba a mandar más. Sobre todo porque no la "mandaba", la llevaba a que hagamos juntas la salita de dos y yo ya hice la salita de dos, no la quiero hacer de nuevo***.
A la mierda la vaca Aurorita.
Y así fue, la guacha no se adaptó. Yo había soñado con cuatro horas diarias para salir a caminar, escribir un post diario, ir a la depiladora, hacer un curso de mosaiquismo, redecorar mi casa, juntarme con gente adulta, ir a danza, terminar la Licenciatura en Lenguas Clásicas, escribir una novela existencialista sobre los cajeros de supermercado, aprender alemán, militar en algún grupo ambientalista. Pero no, la nena no se adaptó y me la tengo que fumar yo sola.

Gracias a todas por la buena onda en el post anterior, voy volviendo de a poco.
Besos y buen fin de semana.


*La seño Cele (22 añitos) fue mi alumna en la escuela secundaria hace más de cinco años. Ella era una buena alumna, una adolescente preciosa, dulce y muy educada, eso me dio más confianza. Después pensé que yo en esa época era una profesora mala, súper exigente, los hacía leer siete libros por año y les hacía repetir cincuenta veces cada palabra que escribieran con error de ortografía, entonces, temí por mi hija.
**La seño Cele había envejecido mucho desde que fue mi alumna.
***Aunque nunca aprendí la derecha y la izquierda en el jardín, me tengo que mirar las manos, decí que me sé que la mano incompleta es la izquierda.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Atraso

No volví mañana. Volví pasado mañana, es decir, hoy. Es que ando con atraso. No, no estoy embarazada, ni tengo las sospechas. Solo soy toda yo, que atraso. Llego tarde a todas las cosas del corazón: a los cumpleaños, a los nacimientos, a los sobrinos nuevos, a acompañar a mi marido al médico, al primer beso de mi hijo en la escuela, a ver a mi niña como empieza a dejar de ser bebé. Llego tarde a ustedes, algunas se casan, otras se separan, otras ya parieron y otras están a punto, algunas van a cambiar de vida en breve, otras están trabajando con sus proyectos y cosechando éxitos, otras también andan como yo, a los palos con las águilas.
Atraso, un día, dos meses, cuatro cuadras, tres abrazos. Mucho trabajo y un cansancio grande. Un fin de año que no se termina más. Y mucho calor, una casa chiquita y un auto con el demonio en el cuerpo. Cinco kilos encima.
Pero ayer fui a la peluquería y tengo una peluca nueva. Y fui a la depiladora. Y me bañé. Y me di cuerda y ya estoy en hora. He vuelto.